Creatividad y motivación

Nunca es tarde para ser un artista

Hace tiempo que tenía ganas de escribir un post sobre sentirse viejo para comenzar una actividad. De hecho, esta es una de las grandes barreas a las que se enfrenta la gente: la edad. Sin embargo, este factor en ningún caso tiene que ser un problema para plantearnos nuevos retos o comenzar una actividad. Hoy os voy a contar una historia increíble (bueno…, no la voy a contar yo, la va a contar Elisabeth Gilbert) para que veas que nunca es tarde para ser un artista.

Nunca es tarde para ser un artista: tu excusa favorita

Es curioso que da igual la edad que tengamos, siempre, siempre pensamos que llegamos tarde a aquello que queremos hacer. Ya te acerques a los treinta, a los cuarenta, a los cincuenta o a los sesenta, si quieres comenzar alguna actividad creativa, lo primero que se te pasa por la cabeza es: «Bueno… es que ya es tarde para plantearme algo así». Pero WTF (me encanta esta expresión adolescente. Me hace sentir mucho más joven).

En realidad lo único que nos pasa cuando pensamos que ya es tarde para ser un artista (con artista me refiero a comenzar cualquier actividad creativa) es que tenemos miedo.

C. A. Ortega nunca es tarde para ser una artista
Así nos sentimos cuando queremos comenzar una nueva actividad ya tengamos 20,30,40 o 50.

El miedo: ese gran demonio

El miedo que sentimos es de muchos tipos: miedo a no conseguir nuestros objetivos, miedo a no llegar a un nivel óptimo en la actividad, miedo al qué dirán, miedo a hacer el ridículo… Todo esto es lo que nos hace pensar que es tarde para ser un artista. Este pensamiento simplemente es la excusa para alejar al miedo de nuestras vidas.

Pero para salvar este pensamiento autosaboteador, lo primero que tenemos que tener en cuenta es que la actividad que hallamos elegido, la vamos a comenzar porque queremos disfrutar de ella. Esto es algo que se deja muy claro en Libera tu magia de Elisabeth Gilbert (uno de los mejores libros sobre creatividad que se han escrito y se escribirán jamás). Cuando comenzamos alguna actividad como escribir, acuarela, barro o danza africana, lo hacemos para disfrutar. Olvídate de todo lo demás.

Es verdad que para nuestro ego molaría llegar a ser la leche en estos campos, pero ¿Quién consigue vivir de la danza africana o la alfarería? Pues muy poca gente. Así que en vez de pensar: «Ya es demasiado tarde para ser artista» (entendiendo por artista alguien que vive de ello), lo que debes de pensar es: «Con lo mal que me está tratando la vida… voy a empezar una actividad que de veras e apetece hacer y me va a ayudar a que mi día a día sea más llevadero)».

Si nuestro objetivo es disfrutar, seguiremos practicando la actividad y poco a poco iremos mejorando. Con esa filosofía puedes llegar muy muy lejos.

Ahora… si comienzas algo con la expectativa de ser un experto en menos de dos años, te diré que es casi imposible, comiences a los diez o a los veinte. Se dice por ahí que para llegar a dominar un tema a nivel experto necesitas por lo menos diez años. Así que WTF. Apúntate ya mismo a eso que te apasiona y deja los miedos a un lado. Si lo importante en todo esto es disfrutar.

Libera tu magia de Elisabeth Gilbert

Y para que veas que nunca es tarde para ser un artista (o lo que te propongas ser) te dejo a continuación un extracto de Libera tu magia de Elisabeth Gilbert donde habla de Winifred una mujer que decidió que los ochenta era una buena edad para comenzar algo nuevo. Si Winifred comenzó algo a los ochenta, no me fastidies que vas a pensar que es tarde para ser un artista a tu edad. Por favor…

Se llamaba Winifred. La conocí en la década de 1990, en Greenwich Village. Nos presentaron en la fiesta de su noventa cumpleaños, que fue una auténtica juerga. Era amiga de un amigo mío (un chico de veintitantos años; Winifred tenía amigos de todas las edades y procedencias). Por entonces Winifred era bastante famosa en los alrededores de Washington Square. Era una auténtica leyenda bohemia que había vivido en el Village toda la vida. Tenía una larga melena pelirroja que se recogía con glamour en la coronilla, siempre iba envuelta en sartas de cuentas de ámbar y su difunto marido (un científico) y ella habían pasado sus vacaciones persiguiendo tifones y huracanes por todo el mundo solo para divertirse. En realidad, ella tenía bastante de huracán. Winifred era la mujer más intensamente viva que yo había conocido hasta entonces, así que un día que andaba en busca de inspiración le pregunté: «¿Cuál es el mejor libro que has leído?». Me dijo: «Cariño, no podría decirte uno solo, porque hay muchos libros que son importantes para mí. Pero sí puedo decirte cuál es mi tema favorito. Hace diez años empecé a estudiar la historia de la Mesopotamia antigua, se convirtió en mi pasión y déjame que te diga una cosa: me ha cambiado la vida por completo».

A mis veinticinco años, oír a una viuda decir que una pasión le había cambiado (¡recientemente!) la vida fue una revelación. Fue uno de esos momentos en que casi podía sentir cómo mis horizontes se expandían, como si estuvieran estirándome el cerebro varios centímetros y fueran a entrar en él toda clase de nuevas ideas sobre cómo podía ser la vida de una mujer. Pero a medida que supe más cosas de la pasión de Winifred, lo que más me sorprendió fue que se había convertido en una experta en la historia de la Mesopotamia antigua. Después de todo, había dedicado una década entera de su vida a ese campo de estudio y si te dedicas a algo a conciencia durante diez años (es el tiempo que se tarda en hacer dos másteres y un doctorado), terminarás convertido en un experto. Había estado en Oriente Próximo en varias excavaciones arqueológicas; había aprendido escritura cuneiforme; era amiga de los grandes expertos y conservadores especializados en el tema; no se había perdido una exposición o una conferencia en la ciudad. La gente la buscaba para que le diera respuestas sobre la Mesopotamia antigua porque ahora ella era la experta.

Yo era una mujer joven que acababa de terminar la universidad. Había aún una parte aburrida y limitada de mi imaginación que creía que mi educación se había terminado porque la NYU me había dado un título. Conocer a Winifred, sin embargo, me hizo darme cuenta de que tu educación no se termina cuando te dicen que se ha terminado; se termina cuando lo decides tú. Y Winifred, cuando era una niña de tan solo ochenta años, había decidido con firmeza que la suya aún no se había terminado. Así pues, ¿cuándo puedes empezar a llevar una vida apasionada y creativa? Cuando tú lo decidas.

Libera tu Magia de Elizabeth Gilbert

Nuca es tarde para ser un artista lo creas o no

Después de haber leído este extracto, entiendo que ya no puedes seguir utilizando la excusa de ya es tarde para ser un artista. Si Winifred encontró su pasión a los ochenta, no me fastidies que no vas a poder empezar a hacer patinaje artístico a los cuarenta. Recuerda que todo son excusas debidas al miedo y que el objetivo de todo esto simplemente es transformar nuestra vida en algo más agradable. Así que recuerda: nunca es tarde para ser un artista, o escritor, o bailarín o alfarero.

Si alguna vez has empezado alguna actividad mucho más tarde de lo habitual, cuéntanos tu experiencia, seguro que todas aprendemos de ella.

Ah! y pincha aquí si quieres un regalito que te ayude a sacar la creatividad que llevas dentro.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Información básica sobre protección de datos Ver más

  • Responsable: Carlota Alfaro Ortega.
  • Finalidad:  Moderar los comentarios.
  • Legitimación:  Por consentimiento del interesado.
  • Destinatarios y encargados de tratamiento:  No se ceden o comunican datos a terceros para prestar este servicio. El Titular ha contratado los servicios de alojamiento web a Webempresa que actúa como encargado de tratamiento.
  • Derechos: Acceder, rectificar y suprimir los datos.
  • Información Adicional: Puede consultar la información detallada en la Política de Privacidad.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.