¿A ti no te pasa lo mismo?
Supongo que si mi marido leyese el título de este post pondría los ojos como platos y me preguntaría que desde cuando tengo un amante. En realidad he de confesar que el asunto no va por ahí. De lo que estoy realmente harta es de tanto sexo explícito en las novelas románticas.
Soy una fan incondicional del género y, como quizás ya sepas, hace unos años me lancé a publicar mis propias novelas, pero últimamente el género está desembocando en algo un poco…, no sabría cómo definirlo: desagradable, ¿quizás?
la clave está en el SUFRIMIENTO
A mí, como lectora incondicional de novela romántica, me gustan las historias de amor de esas en las que se sufre mucho. Ni que decir tiene que una novela romántica no es de calidad si no ves morir de amor a los protagonistas. Y claro, después de tanto sufrimiento, hay que liberar la tensión de alguna forma y, para ello, la mejor manera de hacerlo es con una escena de cama.

Si te paras un momento y lo analizas, verás que es lógico. Una novela de cualquier género gira en torno a subidas de tensión y a la disolución de la misma unas páginas después para generar altibajos en el lector.
Una trama en la que los protagonistas luchan por un amor imposible, y nos hacen morir de amor durante medio libro, consigue generar una gran tensión que debe ser liberada de alguna forma. Y la mejor forma de relajar tensión en una historia de amor es en la cama, de hecho, hay novelas románticas que se saltan este paso y creo que lo único que consiguen con ello es dejar al lector a medias.
ACLÁRATE QUE ME LIAS
¿Entonces? Te preguntarás, no entiendo el título.
Vale, doy por buenas necesarias las escenas de sexo en las novelas románticas, pero últimamente estas están desembocando en un extremismo que nos está llevando a tener que leer escenas de sexo en dos de cada tres páginas. ¿Dónde está el sufrimiento si los protagonistas se pasan la novela folla en la cama? Y, peor aún, es que estas escenas cada vez son más y más explícitas, llegando a tal punto que ya no sabes si estás leyendo una escena de cama o una clase de anatomía.
Y con esto, no puedo dejar de apuntar algunas frases que he leído últimamente en novelas románticas actuales. Mis pudorosos ojos han tenido que leer cosas como le chupé la uretra, le acaricié la bolsa escrotal, le lamí el perineo o me abrió el capuchón del clítoris (¿pero el clítoris tiene un capuchón? Ni siquiera tenía conocimiento de esto).

Con este post pido por Dios a las autoras del romance que retomen las escenas más clásicas. Con esto no estoy pidiendo que tengamos que escribir escenas de sexo en las que se utilicen eufemismos terroríficos como botón de placer o capullos florecientes para hablar de los pezones, o el clítoris… No digo eso, pero sí pido retomar la esencia.
Y, ¿cual es la esencia?
En mi opinión, la esencia consiste en que lo que queremos ver en una escena de cama es un intercambio de emociones y no de fluidos. Sobre esto habla de forma extensa Diana Gabaldon en su libro I give you my body. Diana tiene una saga de libros donde las escenas de sexo son una maravilla. La intimidad y la ambientación que consigue crear en dichas escenas es exquisita (bueno…, todo lo que escribe Diana es exquisito). Ella, en I give you my body, trata de explicar cómo crear escenas íntimas y asegura que las grandes escenas de sexo son aquellas en las que el autor consigue que avance la historia en la misma cama (Dios, ¡qué grande es esa mujer!). De hecho, lo que hace grande las escenas de cama en sus novelas son los diálogos entre los protagonistas; algo bastante complicado de hacer como sabrás si lo has intentado alguna vez.

Una de las cosas que más me gustó de las teorías de Diana es que, según ella, la ventaja de escribir una escena de sexo es que todo el mundo sabe cómo se hace. Y esto es verdad, a nada que acabases la EGB alguna clase de educación sexual ya recibiste, por lo que ya sabes qué tiene que entrar por dónde. ¿Entonces por qué ser tan explícito? ¿No sería mejor centrarse en los sentimientos de los amantes que en sus fluidos? Para mí es un sí rotundo.
PARA ACABAR
Si has leído mi segunda novela Navidades en Tierras Altas, sabrás que hay varias escenas de sexo explícito, pero creo que todas y cada una de ellas están debidamente justificadas por la historia y, a pesar de ser explicitas, he intentado que la fuerza la lleven los sentimientos y no los fluidos corporales de los protagonistas.
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